Hoy hablaba con una amiga de un restaurante de comida fusión en donde comer se vuelve un arte y los sentidos son los que priman.
Ahora que se lleva este tipo de comida, es común tomar un bocado de algo que puede parecer dulce y encontrarte con un sabor amargo, que hace que provoque en ti sensaciones contradictorias o puede que no, que te guste, aquí radica el riesgo.
En cualquier de los dos casos, ese riesgo, ese famoso trampantojo hace que ya sin tu darte cuenta empieces a asociar la forma, el olor, el color, el momento a ese sabor y que sin ser consciente te prives de volver a tomar ese manjar, o por el contrario cuando lo vuelves a tomar no es lo que esperabas.
¿ Te ha pasado alguna vez?.
Pues si eso pasa, a lo largo de los días asocias unas cosas a otras y sin quererlo éstas condicionan tu actitud. Y así un simple momento, una simple acción, un simple bocado hace que te cambie la forma de actuar, y rehúyas de situaciones que en la forma son parecidas pero en el fondo no tienen nada que ver.
Así que, mantén los ojos abiertos y cuando veas esa asociación cierralos, un instante, y vuelve a abrirlos, mirando de una forma nueva, porque al fin y al cabo cada día, cada instante por muy rutinario que sea tiene algo que lo diferencia y lo hace especial.
Para acabar, me ha venido esta frase a la mente, te la comparto:
» Lo que es para ti llegara, abre la ventana y deja que fluya»
¿ Cómo está tu ventana,
la cierras con el viento y
la abres con el sol?