
El otro día, iba caminado por Madrid y me enamoré!.
Si, me enamoré!.
Mientras iba canturreando esta canción:
“Como saber esperar a que las cosas vayan pasando y retrasar el final…
Hacer camino al ir caminando”.
Te ví.
Y decidí sentarme a mirarte, a contemplarte, y me embelese de tú belleza.
Debías ser muy simpático, porque la gente se acercaba a ti, te abraza y sonreía.
Y sinceramente, sentía envidia.
Así que decidí , cruzar la calle.
Te mire de frente y charlamos.
Allí descubrí que para llegar a brillar, era necesario caerse. ..
Caerse, mirar alrededor y ver qué estás acompañado…
Caerse y levantarse…
Caerse y descansar…
Pero que en tu camino era inevitable caerte.
En algunos casos será el propio viento quien te impulse a levantarte o moverte, y en otras una mano amiga aparecerá por el camino, te recogerá en sus brazos y te llevará contigo.
Y es que a veces queremos crecer tan rápido que nos perdemos en el propio camino.